martes, 4 de marzo de 2014

Miguel de Molina "El más grande artista de España" Este 5 de marzo, 21 años de su desaparición física.






Miguel de Molina
"El más grande artista de España"
Este 5 de marzo se cumplen veintiún  años de su desaparición física.
Triunfo como nadie en la canción española en los años 30 y40.
El mito de Miguel de Molina nace antes de la guerra civil española, cantante y bailarín de gran éxito. Entonces lo tenía todo fama, belleza y arte. Pero era homosexual. Y el Franquismo lo puso en la lista negra. Amigo de Federico Garcia Lorca, Rafael de León y Benavante.
Nadie como él ha interpretado "Ojos verdes" y "La bien pagá" .

Este artista genial, nació en Málaga el 10 de abril de 1908 con el nombre Miguel Frías Molina


Hijo de una familia humilde vino al mundo en una Andalucía donde habitaba la pobreza, los terratenientes, el clero de la época, la superstición...y todo ello suponía un caldo de cultivo para provocar una guerra civil como ocurriría posteriormente. Su padre era epiléptico y pasaba los días postrado en la cama.


Cuando  se proclama la república, es cuando Miguel se decide a dedicarse profesionalmente al mundo del espectáculo. Se convierte a partir de ese momento en Miguel de Molina (porque su verdadero nombre era Migue Frias de Molina) y populariza canciones como «El día que nací yo» y «Ojos verdes». Al mismo tiempo obtiene un gran éxito bailando el «Amor Brujo» de Manuel de Falla. Miguel de Molina es un artista de composturas muy finas pero no amaneradas. Rompe moldes utilizando chaquetillas muy ajustadas y floreadas que marcarán su personalidad.

Miguel triunfa en Madrid, pero será en Valencia donde alcance su madurez artística. Recorre casi las poblaciones valencianas actuando en teatros de Alicante, Castelló, Sueca, Xàtiva, etc. El estallido de la guerra civil le coge rodando su primera película en Barcelona, y que nunca sería estrenada. Miguel de Molina vuelve a Valencia donde adquiere una casa para vivir junto a su madre.


Es reclutado por el bando republicano para un servicio militar, pero su condición de artista le permite ser elegido para actuar por los pueblos y ciudades ante las tropas republicanas. Miguel de Molina declararía que cuando vio la película «Ay Carmela», le recordaba los tiempos en que él hacía lo mismo: levantar los ánimos del ejército republicano. En Teruel actúa en el frente de guerra y en mitad de la actuación sufrieron un ataque de las tropas de Franco, que finalmente logran entrar en Valencia. En ese momento se le recomienda a Miguel de Molina que asista a recibir a las tropas franquistas en la capital valenciana si no quiere tener problemas, y Miguel asustado, asiste a la entrada junto a otros artistas que son colocados en una tribuna, siendo obligados a realizar el saludo fascista.

En la España ya franquista Miguel de Molina recibe la visita de un empresario, miembro del Movimiento, quien le obliga a firmar un contrato para actuar por toda España a cambio de 500 pesetas por actuación, cuando anteriormente llegó a cobrar 5.000. Si no acepta las condiciones, se le prohibirá trabajar y su pasado como artista en las tropas republicanas le pasará factura. Miguel manifestó siempre que sus ideas eran las del respeto mutuo y la libertad de todos los hombres, pero la época no entendía de esta filosofía.

Cuando lleva un año junto a otra compañera actuando para este empresario, aunque sabe que detrás hay alguien más importante, decide no renovar el contrato y así lo comunica a su interlocutor. Recibe esa noche una visita de tres individuos que le obligan a subir a un coche manifestándole que tienen orden de llevarle a la Jefatura Superior de Policía en el Paseo de la Castellana. Pero el vehículo seguirá hasta un descampado donde Miguel de Molina es brutalmente torturado: le arrancan el pelo a jirones, le rompen varios dientes y le desfiguran completamente la cara mientras le gritan "esto por maricón".

Estos tres individuos que se habían identificado como policías, siendo unos de ellos José Finat y Escrivá de Romaní, conde de Mayalde. Años más tarde, en una entrevista concedida a Carlos Herrera, el agredido identifica a dos de sus agresores: Finat y Escrivá de Romaní y Sancho Dávila.
Miguel piensa que van a matarle y de hecho escucha algunos disparos mientras pierde el conocimiento. Cuando despierta está solo en mitad del descampado y como puede consigue parar un coche que le llevará a su casa en Madrid.

Su negativa a actuar para el empresario le ha costado muy cara. Recibe una notificación para ser confinado en Cáceres y de ahí pasará a Buñol, donde se le prohibe trabajar. Levantado el confinamiento y de nuevo viviendo en Valencia, Miguel de Molina recibe una invitación para actuar en Zaragoza y tras está actuación le vuelven a prohibir que pueda trabajar.
Miguel de Molina, cansado de las prohibiciones para poder actuar, y con la urgente necesidad de ganar dinero, consigue de un amigo un pasaporte para viajar a Buenos Aires, quien además le acompaña para cruzar el charco y vivir en él. Es el año 1942 y el artista acaba de cumplir 34 años.

En la capital argentina triunfa allá donde actúa y adquiere una casa en propiedad que va llenando con sus múltiples pertenencias adquiridas con el dinero que va ganado. Sin embargo un día recibe una orden de que debe abandonar el país, por orden de la embajada española, sin más explicaciones. Pero antes pasará siete días en la cárcel y cuando sale para ser embarcado rumbo a España le habrán quitado todo el dinero que tenía, así como sus pertenencias de la casa: cuadros, joyas, antigüedades, marfil, etc. Precisamente será su amigo, y quien le consiguió el pasaporte, uno de los que más le expoliaron. Miguel de Molina estaba predestinado a estos desengaños.


Cuando vuelve a España se ve obligado a malvivir y descubre que todas sus desgracias: la explotación en las actuaciones durante los primeros años del franquismo, la paliza, la prohibición de actuar, su expulsión de Buenos Aires, etc. se deben a un mismo personaje: un alto funcionario de Asuntos Exteriores del gobierno de Franco al que no conoce ni ha visto jamás. Un alto funcionario que además es homosexual y quiso destrozar a Miguel de Molina probablemente por que él quiso ser como el artista y nunca lo consiguió.

Viaja entonces a México y vuelven los problemas. Miguel de Molina está teniendo un notable éxito allá donde actúa, pero los teatros son controlados por un sindicato que preside Jorge Negrete. Algunos enviados avisan a Molina que debe someterse a las leyes que marca Negrete, pero Miguel se niega. A partir de ahí se le intentan «reventar» algunos espectáculos; colocan petardos en sus actuaciones e incluso una de ellas es interrumpida con grandes gritos por el secretario de Negrete: ni más ni menos que Mario Moreno «Cantinflas»
.
El gobierno de Argentina ha cambiado y Miguel de Molina recibe una llamada de Eva Perón para que actúe en Buenos Aires en un festival benéfico. Hasta allí viaja Miguel y le cambia la vida. Firmará contratos con multitud de empresarios ,donde también participó en películas como Luces de candilejas o Ésta es mi vida. Actuando tambien en nuestro pais en teatros, radio y televisión.
En 1957 vuelve a España y recorre toda la geografía española actuando.

Miguel de Molina actuó en varias ocasiones en Montevideo y Punta del Este. Miguel, ayudado por su amigo y extraordinario bailarín Ángel Pericet, convencieron a Imperio Argentina para que se presentara en el teatro. Nunca antes lo había hecho y acostumbrada al cine, el teatro le aterraba. Pero fue en el Teatro Artigas de Montevideo donde Imperio se presenta por primera vez en un teatro, compartiendo escenario con Miguel de Molina. Un exitazo que nunca más pudo repetirse. Posiblemente dos figuras muy grandes para un mismo escenario.



En 1960, a los 52 años, decide dar por finalizada su carrera artística.


La película Las cosas del querer dirigida por Jaime Chávarri en 1989 e interpretada por Manuel Bandera, Ángela Molia y María Barranco es una versión libre basada en su vida. Resultó un éxito de taquilla. En los años noventa se hizo una segunda parte en Argentina. A Miguel de Molina, la producción de la película no le pagó derechos por utilizar (de manera libre) su historia personal.
Una acnedota : A Susana Giménez le costo tres años conseguir hacerle una entrevista. Que le dedico un programa entero en su popular "Hola Susana".

A finales de 1992 a los 84 años, el rey Juan Carlos I le otorgó, por medio de la embajada, la Orden de Isabel la Católica, el embajador, en nombre del rey dijo que «Miguel de Molina se lo merece. Ha sido el mejor en el renacer actual de la copla y sigue siendo el maestro indiscutido de todos. Sirva esta medalla de sentido reconocimiento y homenaje a su entrañable labor representando lo más noble y profundo de España».


Miguel de Molina manifestó entonces que desde 1940 a 1992 habían pasado 52 años, «es cierto que en España, gracias a la democracia, a su majestad y al pueblo, se barrió el fantasma de Caín...pero yo sentía que esa reparación, que quería simbolizarse en la medallita, me llegaba demasiado tarde. De 1940 a 1992 España tardó cincuenta y dos años en darse cuenta de que habían tronchado la vida de un hombre que hubiera querido crecer artísticamente y desarrollarse en la tierra donde nació, sin ser ingrato con la Argentina que me cobijó».

Tres meses después la muerte le sorprendió en su casa de Buenos Aires, el 5 de marzo de 1993.
Finalmente, es mi intención que esta semblanza sirva para calibrar y ameritar la voluntad, el amor, el tesón y la seriedad que este gran artista ha dado para la historia
de la música española.
Esteban Toth

Miguel de Molina "El más grande artista de España" Este 5 de marzo, 21 años de su desaparición física.




Miguel de Molina
"El más grande artista de España"
Este 5 de marzo pasado se cumplieron veinte años de su desaparición física.
Triunfo como nadie en la canción española en los años 30 y40.
El mito de Miguel de Molina nace antes de la guerra civil española, cantante y bailarin de gran exito. Entonces lo tenía todo fama, belleza y arte. Pero era homosexual. Y el Franquismo lo puso en la lista negra. Amigo de Federico Garcia Lorca, Rafael de León y Benavante.
Nadie como él ha interpretado "Ojos verdes" y "La bien pagá" .

Este artista genial, nació en Málaga el 10 de abril de 1908 con el nombre Miguel Frías Molina


Hijo de una familia humilde vino al mundo en una Andalucía donde habitaba la pobreza, los terratenientes, el clero de la época, la superstición...y todo ello suponía un caldo de cultivo para provocar una guerra civil como ocurriría posteriormente. Su padre era epiléptico y pasaba los días postrado en la cama.


Cuando  se proclama la república, es cuando Miguel se decide a dedicarse profesionalmente al mundo del espectáculo. Se convierte a partir de ese momento en Miguel de Molina (porque su verdadero nombre era Migue Frias de Molina) y populariza canciones como «El día que nací yo» y «Ojos verdes». Al mismo tiempo obtiene un gran éxito bailando el «Amor Brujo» de Manuel de Falla. Miguel de Molina es un artista de composturas muy finas pero no amaneradas. Rompe moldes utilizando chaquetillas muy ajustadas y floreadas que marcarán su personalidad.

Miguel triunfa en Madrid, pero será en Valencia donde alcance su madurez artística. Recorre casi las poblaciones valencianas actuando en teatros de Alicante, Castelló, Sueca, Xàtiva, etc. El estallido de la guerra civil le coge rodando su primera película en Barcelona, y que nunca sería estrenada. Miguel de Molina vuelve a Valencia donde adquiere una casa para vivir junto a su madre.


Es reclutado por el bando republicano para un servicio militar, pero su condición de artista le permite ser elegido para actuar por los pueblos y ciudades ante las tropas republicanas. Miguel de Molina declararía que cuando vio la película «Ay Carmela», le recordaba los tiempos en que él hacía lo mismo: levantar los ánimos del ejército republicano. En Teruel actúa en el frente de guerra y en mitad de la actuación sufrieron un ataque de las tropas de Franco, que finalmente logran entrar en Valencia. En ese momento se le recomienda a Miguel de Molina que asista a recibir a las tropas franquistas en la capital valenciana si no quiere tener problemas, y Miguel asustado, asiste a la entrada junto a otros artistas que son colocados en una tribuna, siendo obligados a realizar el saludo fascista.

En la España ya franquista Miguel de Molina recibe la visita de un empresario, miembro del Movimiento, quien le obliga a firmar un contrato para actuar por toda España a cambio de 500 pesetas por actuación, cuando anteriormente llegó a cobrar 5.000. Si no acepta las condiciones, se le prohibirá trabajar y su pasado como artista en las tropas republicanas le pasará factura. Miguel manifestó siempre que sus ideas eran las del respeto mutuo y la libertad de todos los hombres, pero la época no entendía de esta filosofía.

Cuando lleva un año junto a otra compañera actuando para este empresario, aunque sabe que detrás hay alguien más importante, decide no renovar el contrato y así lo comunica a su interlocutor. Recibe esa noche una visita de tres individuos que le obligan a subir a un coche manifestándole que tienen orden de llevarle a la Jefatura Superior de Policía en el Paseo de la Castellana. Pero el vehículo seguirá hasta un descampado donde Miguel de Molina es brutalmente torturado: le arrancan el pelo a jirones, le rompen varios dientes y le desfiguran completamente la cara mientras le gritan "esto por maricón".

Estos tres individuos que se habían identificado como policías, siendo unos de ellos José Finat y Escrivá de Romaní, conde de Mayalde. Años más tarde, en una entrevista concedida a Carlos Herrera, el agredido identifica a dos de sus agresores: Finat y Escrivá de Romaní y Sancho Dávila.
Miguel piensa que van a matarle y de hecho escucha algunos disparos mientras pierde el conocimiento. Cuando despierta está solo en mitad del descampado y como puede consigue parar un coche que le llevará a su casa en Madrid.

Su negativa a actuar para el empresario le ha costado muy cara. Recibe una notificación para ser confinado en Cáceres y de ahí pasará a Buñol, donde se le prohibe trabajar. Levantado el confinamiento y de nuevo viviendo en Valencia, Miguel de Molina recibe una invitación para actuar en Zaragoza y tras está actuación le vuelven a prohibir que pueda trabajar.
Miguel de Molina, cansado de las prohibiciones para poder actuar, y con la urgente necesidad de ganar dinero, consigue de un amigo un pasaporte para viajar a Buenos Aires, quien además le acompaña para cruzar el charco y vivir en él. Es el año 1942 y el artista acaba de cumplir 34 años.

En la capital argentina triunfa allá donde actúa y adquiere una casa en propiedad que va llenando con sus múltiples pertenencias adquiridas con el dinero que va ganado. Sin embargo un día recibe una orden de que debe abandonar el país, por orden de la embajada española, sin más explicaciones. Pero antes pasará siete días en la cárcel y cuando sale para ser embarcado rumbo a España le habrán quitado todo el dinero que tenía, así como sus pertenencias de la casa: cuadros, joyas, antigüedades, marfil, etc. Precisamente será su amigo, y quien le consiguió el pasaporte, uno de los que más le expoliaron. Miguel de Molina estaba predestinado a estos desengaños.


Cuando vuelve a España se ve obligado a malvivir y descubre que todas sus desgracias: la explotación en las actuaciones durante los primeros años del franquismo, la paliza, la prohibición de actuar, su expulsión de Buenos Aires, etc. se deben a un mismo personaje: un alto funcionario de Asuntos Exteriores del gobierno de Franco al que no conoce ni ha visto jamás. Un alto funcionario que además es homosexual y quiso destrozar a Miguel de Molina probablemente por que él quiso ser como el artista y nunca lo consiguió.

Viaja entonces a México y vuelven los problemas. Miguel de Molina está teniendo un notable éxito allá donde actúa, pero los teatros son controlados por un sindicato que preside Jorge Negrete. Algunos enviados avisan a Molina que debe someterse a las leyes que marca Negrete, pero Miguel se niega. A partir de ahí se le intentan «reventar» algunos espectáculos; colocan petardos en sus actuaciones e incluso una de ellas es interrumpida con grandes gritos por el secretario de Negrete: ni más ni menos que Mario Moreno «Cantinflas»
.
El gobierno de Argentina ha cambiado y Miguel de Molina recibe una llamada de Eva Perón para que actúe en Buenos Aires en un festival benéfico. Hasta allí viaja Miguel y le cambia la vida. Firmará contratos con multitud de empresarios ,donde también participó en películas como Luces de candilejas o Ésta es mi vida. Actuando tambien en nuestro pais en teatros, radio y televisión.
En 1957 vuelve a España y recorre toda la geografía española actuando.

Miguel de Molina actuó en varias ocasiones en Montevideo y Punta del Este. Miguel, ayudado por su amigo y extraordinario bailarín Ángel Pericet, convencieron a Imperio Argentina para que se presentara en el teatro. Nunca antes lo había hecho y acostumbrada al cine, el teatro le aterraba. Pero fue en el Teatro Artigas de Montevideo donde Imperio se presenta por primera vez en un teatro, compartiendo escenario con Miguel de Molina. Un exitazo que nunca más pudo repetirse. Posiblemente dos figuras muy grandes para un mismo escenario.



En 1960, a los 52 años, decide dar por finalizada su carrera artística.


La película Las cosas del querer dirigida por Jaime Chávarri en 1989 e interpretada por Manuel Bandera, Ángela Molia y María Barranco es una versión libre basada en su vida. Resultó un éxito de taquilla. En los años noventa se hizo una segunda parte en Argentina. A Miguel de Molina, la producción de la película no le pagó derechos por utilizar (de manera libre) su historia personal.
Una acnedota : A Susana Giménez le costo tres años conseguir hacerle una entrevista. Que le dedico un programa entero en su popular "Hola Susana".

A finales de 1992 a los 84 años, el rey Juan Carlos I le otorgó, por medio de la embajada, la Orden de Isabel la Católica, el embajador, en nombre del rey dijo que «Miguel de Molina se lo merece. Ha sido el mejor en el renacer actual de la copla y sigue siendo el maestro indiscutido de todos. Sirva esta medalla de sentido reconocimiento y homenaje a su entrañable labor representando lo más noble y profundo de España».


Miguel de Molina manifestó entonces que desde 1940 a 1992 habían pasado 52 años, «es cierto que en España, gracias a la democracia, a su majestad y al pueblo, se barrió el fantasma de Caín...pero yo sentía que esa reparación, que quería simbolizarse en la medallita, me llegaba demasiado tarde. De 1940 a 1992 España tardó cincuenta y dos años en darse cuenta de que habían tronchado la vida de un hombre que hubiera querido crecer artísticamente y desarrollarse en la tierra donde nació, sin ser ingrato con la Argentina que me cobijó».

Tres meses después la muerte le sorprendió en su casa de Buenos Aires, el 5 de marzo de 1993.
Finalmente, es mi intención que esta semblanza sirva para calibrar y ameritar la voluntad, el amor, el tesón y la seriedad que este gran artista ha dado para la historia
de la música española.
Esteban Toth